Al servicio de la belleza El león de Nemea La hidra de Lerna Aves del Estínfalo El toro de Creta Métiers d’Art heroicos El rey Euristeo ordenó a Heracles que mata-ra al león que aterrorizaba a los habitantes de Nemea como el primero de sus 12 traba-jos. Al darse cuenta de que su gran habilidad con el arco era inútil contra la piel del felino, el héroe acorraló a la criatura en su cueva, la agarró por el cuello y luchó con ella hasta matarla. Luego se hizo una capa con la piel, que llevó para siempre como elemento pro-tector y símbolo de su valor. El león de Nemea El toro de Creta era codiciado por Euristeo, que ordenó a Heracles que lo capturara con sus propias manos y lo llevara a Micenas. El toro había sido enviado al rey Minos de Creta por el dios Poseidón con la condición de que fuera sacrificado en su honor. Minos no lo hizo, lo que provocó la ira de Poseidón. Cuando Heracles llegó a Creta, Minos le dio permiso para llevarse al toro, que había estado des-bocado, destruyendo la ciudad y arrasando las tierras de cultivo. Heracles pudo luchar contra el toro hasta derribarlo y llevárselo a Euristeo. El toro de Creta Euristeo ordenó a Heracles que librara a la ciudad de Estínfalo de una enorme banda-da de aves devoradoras de hombres. Tenían picos de bronce que podían penetrar arma-duras y plumas de metal que podían lanzar como proyectiles a sus presas. Atenea, hija de Zeus, le regaló al héroe una krotala (cas-tañuelas griegas) para ayudarle a espantar a los pájaros. Mientras volaban, Heracles las mató con sus flechas mojadas en la sangre venenosa de la hidra. Aves del Estínfalo Creada por Hera para matar a Heracles, la hi-dra de Lerna era un monstruo serpentino de varias cabezas que rondaba cerca de la costa oriental del Peloponeso. Como segundo tra-bajo, Heracles fue enviado a destruirla, pero por cada cabeza que cortaba, dos más crecían en su lugar. Con ayuda de su sobrino Yolao, Heracles cauterizó los muñones cercenados para impedir la regeneración. Por fin seccio-nó la cabeza inmortal de la hidra y la enterró bajo una enorme roca. Después sumergió las puntas de sus flechas en su sangre venenosa. La hidra de Lerna